Hermann Hesse con una bonita metáfora nos habla de la fuente de conocimiento y del camino hacia la realización.

Te muestro sus palabras:

«Imagina tu ser como un lago muy profundo pero de escasa superficie. La superficie es la consciencia. Allí hay

claridad, allí tiene lugar eso que llamamos pensar. Pero la parte del lago que constituye la superficie es infinitamente

pequeña. Puede que sea la parte más bella e interesante, pues al contacto con la luz y el aire se remueve, se transforma

y se enriquece el agua. Pero las partes que están en la superficie cambian constantemente. El agua asciende del fondo,

desciende de la superficie, siempre hay corrientes, reajustes, desplazamientos y cada parte del agua quiere llegar alguna vez

arriba. Al igual que el lago se compone de agua, nuestro yo o nuestra alma (no importa la palabra) se compone de miles

y millones de partes, de un tesoro de posesiones, de recuerdos, de impresiones siempre creciente y cambiante. De todo

ello nuestra consciencia sólo ve la pequeña superficie. El alma no ve la parte infinitamente más grande de su contenido.

Pues bien, aquellas almas en las que constantemente existe una corriente fresca y un intercambio entre el gran espacio oscuro

y el pequeño campo de luz me parecen ricas, sanas y capaces de conseguir la felicidad. La mayoría de personas albergan

miles y miles de cosas que jamás ascienden a la superficie, que se pudren dentro y atormentan. Por eso, porque están podridas

atormentan, chocan una y otra vez con el rechazo de la consciencia; están bajo sospecha y se las teme. Este es el sentido de

toda moral: ¡lo que se reconoce como perjudicial no debe salir a la superficie!. Pero nada es perjudicial, ni nada útil, todo

es bueno o todo es indiferente. Cada individuo lleva cosas en sí que le pertenecen, que son buenas para él y que le son propias,

pero que no deben acceder a la superficie. Si subieran, dice la moral, sería una desgracia. ¡Pero quizá fuera una suerte!. Por eso

tiene que subir todo a la superficie, y el hombre que se somete a una moral empobrece.»

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Santi Perich

Psicólogo Col.12669 con una consulta situada en el centro de Sabadell.

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