Ciertamente estamos en un momento difícil de nuestra historia humana, nuestro mundo está en crisis en muchos aspectos tanto personales como comunitarios. La siguiente es una hermosa historia a propósito de estas crisis con iniciativas personales y también en pequeños grupos.
Había una vez un sabio que solía ir a la playa a escribir. Tenía la costumbre de caminar en la playa antes de comenzar su trabajo. Un día, mientras caminaba junto al mar, observó una figura humana en la playa, que se movía como un bailarín. Se sonrió al pensar en alguien bailando para celebrar el día; apresuró el paso y se acercó.
Vio que se trataba de un joven; y que el joven no bailaba, sino que se agachaba para recoger algo y suavemente lanzarlo al mar. A medida que se acercaba, saludó: “¡ Buen día ! ¿ Qué está haciendo ?”
El joven hizo una pausa, se dio vuelta y respondió: “Arrojo estrellas de mar al océano”.
“Supongo que debería preguntar, ¿ por qué arroja estrellas de mar al océano ?”, dijo el sabio.
“Hay sol, y la marea está bajando. Si no las arrojo al mar, morirán”.
“Pero, joven: ¿ no se da cuenta de que hay kilómetros y kilómetros de playa y miles de estrellas de mar ? ¿ Realmente piensa que su esfuerzo tiene sentido ?”.
El joven lo escuchó respetuosamente; luego se agachó, recogió otra estrella de mar y la arrojó al agua, más alla de las olas. “Para aquélla tuvo sentido”, replicó.
La respuesta sorprendió al hombre; se sintió molesto y no supo qué contestar. Por lo tanto, dio media vuelta y regresó a la cabaña a escribir. Durante todo el día, mientras escribía, la imagen del joven lo perseguía; intentó ignorarlo, pero la imagen persistía.
Finalmente, al caer la tarde, se dio cuenta de que a él, el científico, él el poeta, se le había escapado la naturaleza esencial de la acción del joven: se dio cuenta de que el joven había elegido no ser un mero observador en el Universo y dejar simplemente que pasara ante sus ojos, sino que elegía participar activamente y dejar su huella en él. Se sintió avergonzado. Esa noche se fue a dormir preocupado.
A la mañana siguiente despertó sabiendo que debía hacer algo. Se levantó, se vistió y fue a la playa, y encontró al joven; y junto a él pasó el resto de la mañana arrojando estrellas de mar al océano.
Las acciones del joven reflejan algo especial en todos y cada uno de nosotros. Todos tenemos la capacidad de contribuír algo al Universo; y si, como ese joven, descubrimos ese don, lograremos, con la fuerza de nuestra Visión, definir nuestro destino. Ese es vuestro desafío; y es mi desafío. Cada uno debe encontrar su estrella de mar; y si arrojamos nuestras estrellas bien y sabiamente, no tengo dudas de que el siglo XXI será un lugar maravilloso.
Recuerda: una visión de futuro sin acción es simplemente un sueño; una acción sin visión de futuro carece de sentido; una visión de futuro puesta en práctica, puede cambiar al mundo.